Mar, montaña, playa, puerto, el clima mediterráneo: todo eso en un lugar. Viejo puerto repleto de botes blancos, rodeado por edificios. Fortaleza de la novela «El conde de Montecristo», excelentes jabones de Marsella, cruasanes tradicionales, preciosos y omnipresentes grafitis, mercados franceses de frutas, verduras y pescado, callejuelas estrechas, escaleras adornadas con plantas en macetas, maravillosa arquitectura y lugares de cultura, las emociones del modernismo.